Page 121 - Lectura Común
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Luis Alberto Crespo

               de reconocimiento y de defensa y resguardo de sus derechos, a más
               de ser útil en la propagación de la lectura y la escritura entre nosotros
               y en la búsqueda del creador desconocido o en ciernes.
                  Ensayista, dije, es el poeta Leonardo Ruiz. No ha mucho, cedió a
               la Editorial El Perro y la Rana, sello del Ministerio del Poder Popu-
               lar para la Cultura, su más reciente obra, Leer llano, en la colección
               “Heterodoxia” de la serie “Aforemas”. Quiso orientar su escritura a
               un público menos consustanciado con el tema y el lugar, por lo que
               en sus páginas hace hincapié en conjurar la falsa postura, tan común,
               ay, en Venezuela, de acusar lo regional de poquedad cultural, mez-
               quinando, hasta por ignorancia, lo que de universal convive en él y
               es fundamento de todo entendimiento del hombre con lo nativo, lo
               lárico. ¿No tiene dicho René Char —para citar a un poeta de voz cós-
               mica— que “la tierra natal y la privilegiada relación que el escritor
               mantiene con ella constituyen el zócalo, el fermento de su escritura y
             [ 120 ] su toma de posición en el mundo?”.
                  Es esta la savia que circula en las páginas de Leer llano. Trátase,
               como reza el subtítulo inicial, de “leernos con ojos nuevos”, esto es,
               y —son palabras de quien así lo suscribe— de “una lectura transdi-
               ciplinaria, un abordaje más vivaz, más abierto y participativo”, en
               la cual la poesía de Alberto Arvelo Torrealba y Enriqueta Arvelo
               Larriva terminan confundiendo sus lenguajes en el común lenguaje
               de un estado de alma, de una postura interiorizada, o transfigurada,
               frente a la lectura del llano, de lo que con justeza reproduce Leo-
               nardo Ruiz y que es proveniencia borgeana: “el vértigo vertical” de
               la tierra tendida desde aquí hasta los tembladerales de Corrientes,
               como dijera, Francisco Mariaga, ese gran poeta de las pampas del
               norte argentino para quien nuestros llanos terminan en el sur de
               nuestro continente y se devuelven, formando un círculo en el que se
               crían una conducta, un pensamiento y un sentir similares, como que
               vivimos el mismo horizonte, un solo confín.
                  La memoria histórica y la memoria literaria (narrativa, poé-
               tica, la ensayística, la de la crónica y el testimonio) marchan aquí
               de concierto. Ello permite al lector hallar alianzas muchas para la






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