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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              que le dejaba, aunque no fuese sino condicionalmente, Constantinopla
              y un retazo de tierra europea. Los turcos no eran expulsados del todo de
              Europa. La sede del Califa era respetada. El gobierno de Constantinopla
              se resignó a suscribir este tratado de paz. Mustafá Kemal, a nombre del
              gobierno de Anatolia, lo repudió categóricamente. El tratado no podía ser
              aplicado sino por la fuerza.
                 En  tiempos  menos  tempestuosos,  la  Entente  habría  movilizado
              contra Turquía su inmenso poder militar. Pero era la época de la gran
              marea  revolucionaria.  El  orden  burgués  estaba  demasiado  sacudido
              y socavado para que la Entente lanzase sus soldados contra Mustafá
              Kemal. Además, los intereses británicos chocaban en Turquía con los
              intereses  franceses.  Grecia,  largamente  favorecida  por  el  trabajo  de
              Sévres, aceptó la misión de imponerlo a la rebelde voluntad otomana.
                 La  guerra  greco-turca  tuvo  algunas  fluctuaciones.  Mas,  desde  el
              primer día, se contrastó la fuerza de la revolución turcas Francia se apre-
              suró a romper el frente único aliado y a negociar y pactar la cooperación
              rusa. La ola insurreccional se extendió en Oriente. Estos éxitos excitaron
              y fortalecieron el ánimo de Turquía. Finalmente, Mustafá Kemal batió al
              ejército griego y lo arrojó del Asia Menor. Las tropas kemalistas se apres-
              taron para la liberación de Constantinopla, ocupada por soldados de
              la Entente. El gobierno británico quiso responder a esta amenaza con
              una actitud guerrera. Pero los laboristas se opusieron a tal propósito. Un
              acto de conquista no contaba ya, como habría contado en otros tiempos,
              con la aquiescencia o la pasividad de las masas obreras. Y esta fase de
              la insurrección turca se cerró con la suscripción de la paz de Lausanne
              que, cancelando el tratado de Sévres, sancionó el derecho de Turquía a
              permanecer en Europa y a ejercitar en su territorio toda su soberanía.
              Constantinopla fue restituida al pueblo turco.
                 Adquirida  la  paz  exterior,  la  revolución  inició  definitivamente  la
              organización de un orden nuevo. Se acentuó en toda Turquía una atmós-
              fera revolucionaria. La Asamblea Nacional dio a la nación una consti-
              tución  democrática  y  republicana.  Mustafá  Kemal,  el  caudillo  de  la
              insurrección y de la victoria; fue designado Presidente. El Califa perdió
              definitivamente  su  poder  temporal.  La  Iglesia  quedó  separada  del
              Estado. La religión y la política turcas cesaron de coincidir y confundirse.


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