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La escena contemporánea y otros escritos


                  Pero la política del partido unificado no siguió, por esto, un rumbo
               revolucionario. La unificación fue el resultado de un compromiso entre
               las  dos  corrientes  del  socialismo  francés.  La  corriente  colaboracio-
               nista renunció a una eventual intervención directa en el gobierno de la
               Tercera República; pero no se dejó absorber por la corriente clasista. Por
               el contrario, consiguió suavizar su antigua intransigencia. En Francia,
               como en las otras democracias occidentales, el espíritu revolucionario
               del socialismo se enervaba y desfibraba en el trabajo parlamentario. Los
               votos del socialismo, cada vez más numerosos, pesaban en las decisiones
               del Parlamento. El partido socialista jugaba un papel en los conflictos y
               en las batallas de la política burguesa. Practicaba, en el terreno parla-
               mentario, una política de colaboración con los partidos más avanzados
               de la burguesía. La fuerte figura y el verbo elocuente de Jaurés impri-
               mían a esta política un austero sello de idealismo. Mas no podían darle
               un sentido revolucionario que, por otra parte, no tenía tampoco la polí-
               tica de los demás partidos socialistas de la Europa occidental. El espí-
               ritu  revolucionario  había  trasmigrado,  en  Francia,  al  sindicalismo.  El
               más grande ideólogo de la revolución no era ninguno de los tribunos ni
               de los escritores del Partido Socialista. Era Jorge Sorel, creador y líder
               del sindicalismo revolucionario, crítico, penetrante de la degeneración
               parlamentaria del socialismo.
                  Durante el período de 1905 a 1914, el partido socialista francés actuó,
               sobre  todo,  en  el  terreno  electoral  y  parlamentario.  En  este  trabajo,
               acrecentó y organizó sus efectivos; atrajo a sus rangos a una parte de
               la pequeña burguesía; educó en sus principios, asaz atenuados, a una
               numerosa masa de intelectuales y diletantes. En las elecciones de 1914,
               el partido obtuvo un millón cien mil votos, y ganó ciento tres asientos en
               la Cámara. La guerra rompió este proceso de crecimiento. El pacifismo
               humanitario y estático de la social-democracia europea se encontró de
               improviso frente a la realidad dinámica y cruel del fenómeno bélico. El
               Partido Socialista francés sufrió, además, cuando la movilización marcial
               comenzaba, la pérdida de Jaurés, su gran líder. Desconcertado por esta
               pérdida, la historia de esos tiempos tempestuosos lo arrolló y lo arrastró
               por su cauce. Los socialistas franceses no pudieron resistir la, guerra.
               No  pudieron  tampoco,  durante  la  guerra,  preparar  la  paz. Acabaron


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