Page 337 - Fricción y realidad en el Caracazo
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Todavía hay gente que sueña
LA VIDA EN LA VIOLENCIA
ángel gustavo infante
Relato
Perdigón entraba y salía mostrando, orgulloso, treinta y
seis agujeros entre la espalda y el cuello. Firo dice que el
portugués dijo «Si lu llevaron tudu». Al fin, desde hace
mucho, volvimos a probar el escocés y la carne de primera.
En la morgue de Bello Monte nos atendieron rápido.
De regreso, Marlene comprobó que el policía que es-
cribía con dos dedos había alterado tu edad. (Cuando te
despacharon quizás ya aparentabas los veinte). Lo de Per-
digón fue después, en la avenida Guzmán Blanco: le dio el
ataque y, cuando despertó, la dueña de la tienda venía hacia
él acompañada de un casco blanco. Antes de eso era Miguel
a secas. Le salieron alas en los pies. Oyó el alboroto, claro.
De repente apareció en su casa con ardor en la espalda
y las manos vacías. Todos lamentamos la falta de choco-
late. En su lugar nos bebimos una caja de Lambrusco que
Amable consiguió mal parada. Esta mañana me detuve
donde caíste. Hay como una sombra de tu talla. Disculpa
por acompañarte ayer solo hasta las seis: debía disfrutar mi
primer toque de queda. Lo hubieras oído: el tiroteo avan-
zaba desde El Valle. Le silbé a un soldadito que andaba
muy asustado y enseguida se cuadró para disparar pero,
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