Page 335 - Fricción y realidad en el Caracazo
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Todavía hay gente que sueña
LA VIDA EN LA VIOLENCIA
carlos noguera
Relato
A William Osuna
El cuerpo, debido sin duda al doble impulso provocado
por la huida y el impacto del proyectil, había trazado
una larga elipse desde el escalón alfombrado del vestí-
bulo hasta el límite de la vidriera destinada a los modelos
cocktail, ahora rota.
Vistas desde el estacionamiento, a la distancia, por
ejemplo, del policía de civil que había hecho el disparo,
las dos siluetas femeninas revelan la memoria de dos mu-
chachas besándose, reposando una sobre la otra, bajo la
luz irreal de la luneta de neón, pero basta avanzar hasta
la altura de la marquesina, donde aún el aviso de la bou-
tique despide haces rielantes entre el polvo y el humo de los
gases, como ahora lo hace el camarógrafo extranjero, para
corregir la imagen: desde abajo, es un maniquí desmem-
brado, con falda de lino negro y cota gris, quien sonríe
contra la boa de plástico que se ovilla en el piso. Sobre
él, los negros ojos ahora inmóviles, la muchacha desnuda
a medias, a medias cubierta por el largo traje de encajes
blanco, parece mirar de lado el objetivo de la cámara que
se aproxima.
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