Page 336 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
Detrás de la línea móvil que los hombres armados
tienden hacia la entrada del Centro Comercial, el ca-
mino quebrado de cemento y barro trepa hacia el tanque
de agua que remata el cerro: televisores, envases de Ca-
membert, latas de leche, radiocasetes, paquetes de harina
precocida, envoltorios de atún, teclados y unidades de dis-
kette abandonados en la estampida, amurallan los bordes
y cortan el ascenso.
La multitud ha dejado de correr y ahora apedrea desde
arriba.
La cámara abandona el cuerpo exánime de la mu-
chacha, el seno descubierto por el vestido de encajes blanco
a medio calzar, y panea hacia la batalla que prosigue.
La secuencia, sin embargo, está tomada.
En verdad que, por la censura, ni Perucho, ni Griselda
ni ninguna de las muchachas del barrio la verán jamás
modelando en televisión, como ella misma les había ju-
rado que un día ocurriría; pero, en compensación, el sa-
télite y la parabólica la promoverían en Manhattan, en
Kings Road, en Via Venetto, donde nadie le negaría la ca-
lidad de la audiencia. Lástima que con la carrera y los dis-
paros no le hubiera alcanzado el tiempo para terminar de
meter el brazo en la manga derecha.
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