Page 414 - Escritos de ayer y hoy
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impulsados por el desarrollo del capitalismo rentista petro-
lero y el impacto de patrones culturales importados, sumados
a la inmigración procedente de países en situaciones de con-
flicto interno y exclusión; se desarrollaron nuevas formas de
delincuencia que entremezclan la marginalidad propia de una
sociedad con marcadas desigualdades y represión. A lo largo
de la etapa del puntofijismo, la delincuencia cobró auge de la
mano de los cinturones de miseria que crecían en las ciudades,
apareciendo métodos y formas delictivas antes desconocidas y
que evidencian conexiones y redes establecidas con organiza-
ciones criminales de países vecinos. Tal es el caso de las bandas
dedicadas al comercio de las drogas y los grupos paramilitares,
cuyas acciones de cobro de “vacuna” y otros delitos, como el
sicariato, comenzaron a conocerse en las zonas fronterizas del
país a mediados de los años ochenta del siglo pasado; orga-
nizaciones como las “Águilas Negras” expandieron sus opera-
ciones en la frontera venezolana-colombiana, extorsionando a
comerciantes y ganaderos de la región andina. Hoy el fenó-
meno del paramilitarismo se entremezcla con la delincuencia
común y el tráfico de drogas, cuya estructura como negocio ilí-
cito utiliza algunos espacios del territorio como ruta interna-
cional hacia el mercado europeo y estadounidense de la droga;
a la par, nuevas formas de organización se han venido confor-
mando, como son los “pranes” en las cárceles, que controlan
desde el interior de los centros penitenciarios bandas crimi-
nales que sobornan y atemorizan a ciudadanos y comunidades
para actuar con impunidad.
En las recientes “guarimbas”, promovidas por la derecha en-
tre los meses de febrero y abril pasados, los grupos fascistas
incorporaron bandas y delincuentes para promover la violencia
en las acciones de calle, con el fin de desestabilizar al gobierno
constitucional del presidente Nicolás Maduro. Esta alianza
de sectores políticos de oposición con delincuencia y vínculos
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