Page 339 - Escritos de ayer y hoy
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evangélicos, bases de Acción Democrática, de Copei, del perezjime-
            nismo, es decir, toda esa masa confusa por esa campaña anticomunista y
            antisocialista que desde los tiempos de Gómez se ha hecho hasta hoy.
            YVL: —Una lectura...


             FSR: —Tengo una cantidad de libros que yo creo que habrá que dedi-
            carles por lo menos un año para leerlos. Pero tengo un libro que estoy
            releyendo, que son tres tomos de un periodista polaco llamado lsaac
            Deutscher, titulado El profeta armado, el profeta desarmado y el profeta des-
            terrado. A mi juicio, esta es la mejor historia que se ha hecho de la Revo-
            lución rusa y, sobre todo, el debate interno que se dio entre Stalin y
            Trotski. Hay que dedicarle tres o cuatro horas diarias a la lectura; me
            considero un buen lector.


          Víctor Soto Rojas: un hermano, una historia


            En Venezuela, hablar de los desaparecidos en democracia es
          penetrar los túneles de la tortura de Víctor Ramón Soto Rojas,
          el tercero de los hermanos de Fernando, nacido en Altagracia
          de Orituco en septiembre de 1931. Alegre y humilde, pero
          brillante estudiante hasta en la universidad, donde logró titu-
          larse como sociólogo. Su lucha fue inspirada en la literatura
          marxista y la novelística venezolana, que le llegaron a través
          de los núcleos de la resistencia de Acción Democrática y de
          la Juventud Comunista, que para entonces eran movimientos
          clandestinos.
            Conocía muy bien los delitos y las huellas que dejaba en
          los activistas progresistas la dictadura de Pérez Jiménez, pues,
          como pocos y siendo muy joven, llegó a rebelarse contra ella y a
          sentir en carne propia la barbarie de la bota opresora. Sus idea-
          les lo llevaron a convertirse en miembro del Buró Universitario
          de la Juventud del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
          (MIR); al partir ya se había unido a Elvira Armas, con quien
          había procreado a sus dos hijos: Víctor Ramón y Ramelvis.

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