Page 78 - Entre suenos y rochelas. Poemas y otros escritos
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para que nadie la encontrara, había una caja de seductores boca-
dillos de diversos sabores: habían de paz con pedacitos de guaya-
ba, de chocolate relleno de pasión, de melocotón con bondadosos
trozos de bondad, y otros que venían mitad amor, mitad felicidad.
Esos eran los más grandes y los más deliciosos.
Esa noche, encantado entre sus perfumes, comprobé la magia de
sus labiales, endulcé mi alma con el prodigio de sus mejunjes y
saboreé de los más grandes de sus bocadillos.
Y así como esa, durante muchas otras noches, nos agarró el sol con
la boca llena. Y nos esperábamos a las puertas de la iglesia, y cami-
nábamos entre plazas y parques llenos de amor y poesía, mientras
nos limpiábamos los pedacitos de guayaba y chocolate que aún
manchaban nuestros labios. Así de maravilloso fue todo aquello.
Y llegó el día que debió partir. Yo sabía que lo haría, pero nunca
pensé que fuese tan pronto. Solo lo supe días antes de su despe-
dida. Esa misma tarde, traté de blindar mi corazón con mis ora-
ciones e intenté sacar mi escudo y ponerme en resguardo, pero
fue en vano, ya estaban rotos y permeaban todo tipo de recuer-
dos y añoranzas. Y mientras yo, herido y consternado, trataba de
buscar una salida en mi maraña, ella agarró su maleta, guardó
sus labiales, sus botellitas con perfumes de franchipanes, junto
con sus pócimas y su cajita de bocadillos, y se marchó.
Yo conocí a una dama que regresó a otras tierras que también
son suyas; y así, como a mí con mis oraciones y mi escudo, ni su
libro ni su paraguas le sirvieron de nada.
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