Page 241 - De mi propia mano
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a aceptarlo por servir a la amistad del libertador. Por mí, le confieso a
                 ud. que de mejor voluntad me iría a sembrar papas, tanto por salir de la
                 carrera pública que en mi actual situación me ofrece más disgustos que
                 gloria, cuanto por sacar el cuerpo de este laberinto complicado de nego-
                 cios que hay en el Perú. además yo anhelo con vehemencia terminar mi
                 carrera militar: concluida la guerra de colombia, creo que puede tomarse
                 de buen semblante la resolución de un general de ser un simple ciudadano,
                 y un soldado cuando la patria sea invadida. creo que sería estimable en mi
                 conducta reducirme a un labrador de Quito o de cumaná.
                    el libertador me ha dicho que en tal caso iría de intendente de
                 Venezuela, pero le he mostrado que aunque nada halagaría tanto a un jefe
                 de aspiración, a mí no me lisonjea tal destino: que en cuanto a mi ida a
                 Venezuela como un particular debía pensarlo luego, porque mi posición
                 actual hace incierto lo que resuelva de mi persona. yo sé que en cualquier
                 parte he de vivir bien porque creo saber trabajar y no tengo ambición.
                    es probable que haré esta campaña porque hoy mismo insiste el
                 libertador en que tome a mi mando las fuerzas colombianas y no sé si
                 mis excusas logren algún partido que concilie mis deseos y su amistad.
                 Ésta debe triunfar en todo caso, porque además de su poder, es apoyada
                 por el honor de continuar la guerra con los españoles, y de no dejar a mis
                 compañeros. Si la campaña se terminase en tres o cuatro meses por una o
                 dos batallas, yo anhelaría hacerla y solicitaría destino; pero temo que esto
                 dura más y mucho más. temo sobre todo con horror a las disensiones de
                 este Perú y desde que veo a un hombre insignificante como Riva-agüero
                 disputar el mando del país y tener séquito para sus pretensiones, veo que
                 se descubrirán pronto las aspiraciones de treinta otros Riva-agüeros que
                 llevan sofocada su ambición para desplegarla en la mejor oportunidad que
                 encuentren. un hombre de conducta franca como yo, tiene violencia en tal
                 estado. creo haber justificado que nada quiero en el Perú: he tenido en
                 mis manos ser jefe supremo de este país y lo he visto con la indiferencia
                 que todo el que posea buena razón y juicio. Mi carácter es opuesto a la
                 ambición: sólo pienso y sólo aspiro a ser un buen colombiano.
                    he mandado, en consecuencia de mis deseos una representación solici-
                 tando mi licencia final del servicio. creo que el senado a quien toca admitir


                                          biblioteca ayacucho
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