Page 13 - Carabobo Bajo Palabra
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El día en que Bolívar paró el sol









             Los dos ejércitos enemigos estaban bien apertrechados, listos
             para la gran batalla. La tarde languidecía y la inminencia de la
             noche no era propicia para la contienda. Se debía librar el com-
             bate antes de que sobrevinieran las sombras y la oscuridad. El
             Libertador Simón Bolívar, como en sus grandes momentos de
             exaltación, le pidió a Dios detener el sol. Y el cielo detuvo el sol.


          El relato, con palabras más campesinas, lo hace un fabulador que el
          poeta Enrique Hernández D’Jesús encontró por los caminos y se puso a
          preguntarle cosas de la historia, la naturaleza y la vida. Más adelante nos
          lo volveremos a tropezar en este periplo de la imaginación y la creación
          artística hacia el campo de Carabobo. En el trayecto, entraremos a la
          batalla con otras armas, las de las letras. Será la palabra hecha copla y
          corrido, poesía y novela, teatro y fábula. Una forma, o muchas, de ver
          la guerra de Independencia desde perspectivas menos rigurosas pero no

          menos realistas que desde el prisma de la historia y el método, el libro
          de texto y la academia. «Vengan», dice el campesino que el poeta Vicen-
          te Gerbasi entrevió en Canoabo, «vengan, yo les contaré la gran batalla
          y del día que vimos a Bolívar pasar por esos montes».
            Como la tierra que se llama Juan en el Canto general de Pablo Neru-

          da, en el teatro de César Rengifo el pueblo entra en Carabobo y com-
          bate codo a codo con las voces ancestrales de Guaicaipuro y Apacuana.
          También Carabobo se llama Juan, se llama pueblo. «Vamos a su en-
          cuentro», diría Alí Primera. Hubo un escritor y servidor del general
          Páez que contó la historia de la batalla tomando los recursos literarios y
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