Page 832 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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830 Omar HurtadO rayugsen
La batalla, que duró unas dos horas, en la que se involucraron dos mil
ochocientos combatientes por el lado republicano y dos mil setecientos
por el lado realista, tuvo trascendentales consecuencias. Las autoridades
virreinales dieron todo por perdido, salieron en estampida y muchos
huyeron a pie. El virrey Juan Sámano, con su vergonzosa huida; dis-
frazado de indio con una rústica ruana verde y un gran sombrero, en
apresurada marcha hacia Cartagena, vía Honda, mientras hacía creer
que se dirigía hacia el sur, dejando todas sus pertenencias, medio millón
de pesos en moneda corriente y alrededor de diez mil pesos en barras
de oro, además de importantes papeles ; borró el resonante boletín que
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había publicado anunciando la derrota de las republicanos. La victoria
determinó la caída del Virreinato de la Nueva Granada, la concreción
de la independencia del territorio, hasta entonces controlado por este,
el avance en la creación de la República de Colombia y la creación por
el Libertador de la orden Batalla de Boyacá, como la máxima distinción
que otorgaría a sus ciudadanos esclarecidos la república.
El general victorioso hizo su entrada triunfal en la señorial Santa Fe,
situada a unos ciento cincuenta kilómetros de distancia, entre las acla-
maciones populares, el día diez. Su emoción estaba más que justificada;
apenas hacía setenta y cinco días que había partido de la capital provi-
sional y estaba materializando el proyecto pergeñado a lo largo de unos
mil ochocientos sesenta y nueve kilómetros de recorrido. Las expresio-
nes de júbilo conmocionaron al Libertador, quien le escribe a Zea, para
informarlo de sus actividades y le dice:
Yo calculaba, sin embargo que la imagen de tantos males con
que estos pueblos habían sido y aún eran afligidos, habría pre-
parado el espíritu de ellos a abrazar con gusto a sus heroicos
vo<documento<MAM-133683. Documento en línea. Consulta 2019, junio 20.
[57]_ Mijares, Augusto (1998). El Libertador, p. 367.