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la Guerra Civil Española como corresponsal, pu-
diendo ver los acontecimientos que se sucedie-
ron durante la contienda.
Sumergidos en la cotidianidad, entre el tráfico,
las redes sociales y el bullicio citadino, en la in-
dividualidad y egoísmo que nos aleja de todos
y de nosotros mismos, existe un monumento
próximo a la basílica Santa Teresa, un gran mar-
co de concreto en obra limpia, que contiene dos
campanas de bronce. Estas campanas dedicadas
bajo la advocación de la Virgen de la Soledad,
estuvieron en el campanario de la antigua igle-
sia de San Francisco, cuando lucía su modesta
fachada colonial franciscana, luego fueron tras-
ladadas e incorporadas a la torre noroeste de la
basílica Santa Teresa en 1876.
Como bien lo apunta Aquiles Nazoa, el de San
Francisco es el templo más entrañablemente
vinculado a nuestra historia civil. Cobijado bajo
tu techo entre aplausos y vítores de inmensa
multitud, le fue conferido a Bolívar el título de
Libertador de Venezuela, el título más glorioso y
satisfactorio que el cetro de todos los imperios
de la Tierra, como lo expresara el propio Simón
como signo de aprecio y agradecimiento. Esta
augusta distinción le fue otorgada por la Muni-
Campanas dedicadas a la Virgen de la Soledad que estuvieron en el cipalidad de Caracas el 14 de octubre de 1813
templo de San Francisco, entre las esquinas de San Francisco a Bolsa reunida en el templo que fungía de sede tem-
durante los siglos XVII, XVIII y XIX. Con la ampliación de la universi-
dad en tiempos de Guzmán Blanco, demolida la torre que las cobi- poral y extraordinaria, quien en una campaña
jaba fueron a parar a la basílica de Santa Teresa en 1873 hasta 1976, militar (Campaña Admirable) partió de Cúcuta,
oportunidad en la que son retiradas de este templo y colocadas en
monumento público. Foto: Lilia Téllez (2012). en el Virreinato de Nueva Granada (hoy Colom-

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