Page 14 - Bolívar según Cabrujas
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Colección
Herederos de Bolívar
Ésa es la independencia que nos espera. Ahí sí me permito ser optimista;
ahí sí me permito pensar que nosotros no somos esa nación de ladrones que
nuestra prensa exhibe.
Yo creo, yo tengo en este instante la vida. Dios, como se quiera llamar, me
hizo un regalo: me dio un niño. Se llama Diego y tiene en este momento tres
años, y ahora en octubre me cuenta cuatro. Yo tengo ese bebé, ahora que soy
casi un viejo, y lo miro, y lo amo, y me pregunto por él: ¿Qué será lo que mi
niño Diego, mi amor Diego va a hablar cuando tenga 20 años?, ¿cuáles serán
sus temas? ¿Qué país le estoy dejando? ¿Qué país le estamos dejando a mi
hijo y a esa cantidad de carajitos que en este instante tienen tres años? ¿Qué
país les vamos a dar?
El país de la denunciadera, el país de la corrupción convertida en circo, el
país donde la política ha descendido al chisme; un país donde no hay diálogo,
un país donde no hay empresa porque están tapadas las grandes iniciativas.
Ésa es mi pregunta.
Por eso allí, ante esa estatua de la cual distamos en este momento, yo qui-
siera renovar un compromiso, no bolivariano en el viejo sentido de la palabra,
no la coronita de flores, no el recuerdo cada 24 y cada 17, y moral y luces son
nuestras primeras necesidades y pachotadas por el estilo…
El recuerdo diario, el recuerdo de una acción humana, de un hombre que
venció unas dificultades, de un hombre que convocó a su pueblo. Por eso,
cuando paseen por esta calle, cuando vayan a esa plaza, échenle una miradita
de vez en cuando. No está allí de balde, no lo puso allí la historia de balde.
Está allí un hombre que supo qué hacer con este país y qué hacer con su vida.
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