Page 88 - Soy tu voz en el viento
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Otras vicisitudes del convento
no estuvieron tan cerca de las letras:
fue cuartel, hospital, policía,
convertidas en insanas mazmorras
los viejos dormitorios de los frailes
y el obscuro agujero
situado debajo de las escaleras,
usado como calabozo
que denominaban El Tigrito.
Su fachada ha cambiado varias veces.
La torre derrumbada
dejó muda entre sombras la campana,
ni viento ni sonido
sobre la piedra seca
corrieron en la tarde y en la aurora;
de la corola de la rosa fragante
un pétalo cayó mancillado y sin brillo
y fue su soledad
más solitaria
en medio del recuerdo de la gloria
del tiempo derretido
que acumuló en horas cabalgadas
el reloj sideral que estuvo siempre
vigilando el afán de la Ciudad.
En el tiempo de ahora, la amplia nave
de los oficios religiosos del convento,
que fue asilo de escuela
de colegio, de imprenta,
ha sido transformada
en Sala de Asamblea Legislativa,
donde se dictan leyes
acaso no cumplidas
y se dicen discursos y mensajes,
pero uno solo falta
para hacer perdurar con mano firme
el legado del tiempo,
historia viva, ámbito sonoro
donde crece el anhelo
sembrado con esfuerzo
de la sencilla gente
que mora en este valle
bañado en el azul de sus montañas
en la tranquila paz de sus conciencias.
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