Page 331 - Soy tu voz en el viento
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II
Floreció la cultura del mestizo
Para turbar la paz de la indiada apacible
derrotados del mar vinieron de Cubagua
atravesando la tortuosa senda espinecida,
extraños hombres blancos,
comandados por Pedro de Alegría;
desplazaron a los indios de sus chozas,
ocuparon las tierras,
repartieron terrenos y solares,
dieron nuevos nombres a las cosas
y al pueblo lo llamaron de San Juan el Bautista,
un nombre nuevo para un asentamiento de milenios,
vieja querencia junto al río
de mansas tribus guaiqueríes,
una raza que endulzó el dolor de la persecución de los Caribes.
Con Pedro de Alegría y sus adictos
se impuso la servidumbre de los indios.
Ariotos de mujeres tomaron las guaicoras,
de esbelto talle, al aire sus virtudes,
los senos rebosantes, redondos como guijas,
puntiagudo el pezón,
con afeites de tiznes y achote
protección de la piel contra la resolana.
En el pasto mojado, un colchón bajo el cielo,
tendieron a las indias de dócil catadura:
cópula fundadora,
sobre la autoctonía aborigen
floreció la cultura del mestizo.
III
Las frutas pródigas del Valle
La villa fue creciendo a favor de sus dones,
confundidas estirpes pululaban alegres,
entonaron sus cantos a la tierra
y a la grácil mujer fruto del mundo nuevo.
Una ceiba gigante de ramas extendidas
agobiada de nidos y de alas,
servía de ateneo a los cantores.
Invitaba la tierra al laboreo,
sus pastizales frescos, asiento de ganados:
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