Page 499 - Sencillamente Aquiles
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FÁBULA CON PERRO Y COCHINO








                     Para eludir su trágico destino
                     de morir bajo el palo cochinero,
                     un astuto cochino
                     optó por escaparse del chiquero,
                     dejando en su lugar un sustituto
                     que tuviese la cara «acochinada»
                     a fin de que el criador, que era algo bruto,
                     no sospechara nada.


                     Con este plan en mientes, un domingo
                     llamó nuestro cochino al perro chingo
                     que cuidaba la casa
                     y le observó en el tono más sincero:
                     —Yo no sé, francamente, lo que pasa,
                     pero el mundo es injusto, compañero:
                     mientras yo me reviento de la grasa,
                     usted se va quedando en el huesero…
                     ¿Verdad que es harto injusto
                     el que sea usted flaco y yo robusto?

                     —Hombre —le dijo el can— pero, ¿qué se hace?
                     ¿Cómo no va a ocurrir que yo adelgace
                     y que de raquitismo me desplome
                     si usted aquí es él único que come?



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