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Luis Alberto Crespo
               su personaje omnímodo y la historia nacional de los sentidos es
               su anécdota. Para transitarla fue menester colmar casi mil pági-
               nas con suntuoso adorno de grabados, fotografías y dibujos. El
               saber del autor y del diseñador propician el embrujo que domina
               el ánimo del lector apenas entreabre las puertas del volumen. El
               hombre y su huella abundan en él con la misma profusión de que
               hace acopio la naturaleza viva y la naturaleza escrita, la memo-
               ria y la voz, el signo y el murmullo, el agua del cauce y el agua del
               mundo, la sierra y lo tendido, la abundosidad verde y la grandio-
               sidad desnuda. He aquí el país de la mentira bíblica y el embuste
               medieval, del ensueño y la pesadilla, la cocaña y la rapiña, el país
               del olor y el sabor, de la piedra ruda y la piedra preciosa, argénteo y
               auro, perlino y de corazón de acapro, de pluma y de piel de drago,
               de sanación chamánica y de veneno de arpía, pura flor insólita y
               pura espina carnívora, de musgo y quemadura, solo y bullicioso,
             [ 268 ] de nadie y de unos cuantos, pobre y opulento, sombrío y de todo
               esplendor.
                  No caben en estas líneas la inmensidad deleitosa de esta
               Geohistoria del admirado Cunill Grau. Cuando mucho tenemos
               tiempo para loar su otro libro, suerte de adenda de aquel que deci-
               mos, incomparable. Se llama Biodiversidad y recursos naturales
               venezolanos para el mundo (siglos XV-XIX) cedido por su autor a
               la Fundación Editorial El Perro y la Rana del Ministerio del Poder
               Popular para la Cultura, a fin de que se amiste con el centenar
               de títulos que integran la Biblioteca Popular para los Consejos
               Comunales.
                  Compendio es pues, en cierto modo, de esa escritura sensible
               y didáctica de la que veníamos hablando.
                  Esta vez, Cunill Grau transita por la historia colombina del
               paraíso terrenal de la Península de Paria y las aguas del Ori-
               noco edénico, sigue la estela de Pedro Alonso Niño y de Cris-
               tóbal Guerra y de Ojeda y Vespuccio, los invencioneros del país
               de la pequeña Venecia y de los Welsares y se detiene a referirnos
               durante doscientas diecisiete páginas una geografía de hilo de






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