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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              revueltas de las cuales, al amparo de los fusiles yanquis, debía brotar un
              gobierno obediente al imperialismo del Norte.
                 Este objetivo fue alcanzado, definitivamente, con la formación del
              gobierno de Adolfo Díaz, servidor incondicional del capitalismo yanqui.
              En defensa de este régimen, repudiado vigorosamente por el sentimiento
              público,  intervinieron  entonces  como  ahora,  las  tropas  americanas,
              apenas su estabilidad apareció seriamente amenazada. Y del gobierno de
              Díaz obtuvieron los Estados Unidos el tratado que apetecían.
                 El  canciller  que  firmó  este  tratado,  Chamorro,  heredó  el  poder.
              Los intereses norteamericanos en Nicaragua permanecieron durante
              algunos años bien guardados. Pero el sentimiento popular, en continuo
              fermento, acabó por arrojar a este agente del imperialismo yanqui. Desde
              entonces, Estados Unidos, o mejor dicho su gobierno, sintió la necesidad
              de intervenir de nuevo en Nicaragua. El presidente que ahora tratan
              de imponer a este pueblo los cañones norteamericanos, es Adolfo Díaz.
              Sacasa, vicepresidente legal, representa, por dimisión del presidente, la
              Constitución y el voto de Nicaragua.
                 Es muy fácil a la prensa americana, presentar a los pueblos de Centro
              América en perpetua agitación revolucionaria. Mucho menos fácil le es,
              por cierto, escamotear a las miradas del mundo la participación principal
              de los yanquis en esta agitación revoltosa. Estados Unidos tiene interés
              en  mantener  dividida  y  conflagrada  a  Centro América.  La  necesaria
              confederación de las pequeñas repúblicas centroamericanas encuentra
              en Norte América a sus mayores enemigos. Cuando hace seis años dicha
              confederación fue intentada, las maquinaciones yanquis se encargaron
              de frustrarla. Nicaragua, cuyo gobierno estaba entonces completamente
              enfeudado a la política yanqui, constituyó el eje y el hogar de la maniobra
              imperialista contra la libre unión de los estados de Centro América.
                 La acentuación del expansionismo norteamericano, en estos momentos,
              es perfectamente lógica. Europa se encuentra presentemente en un período
              de “estabilización capitalista”. Reorganiza, por ende, su minado imperio en
              África, Asia, etc. De otro lado, Estados Unidos es empujado a la afirmación
              de su predominio de los mercados, las vías de tráfico y los centros de mate-
              rias primas, por su natural impulso de su desarrollo industrial y financiero.
              Si el capitalismo norteamericano no consigue acrecentar sus dominios,


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