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La Revolución China
La Revolución China constituye el signo más extenso y profundo
del despertar del Asia. Un pueblo de 400 millones de hombres, a través
de este proceso lleno de alternativas y complicaciones, se esfuerza por
encontrar la vía de su emancipación.
Hasta sus primeros contactos con la civilización occidental, la China
conservó sus antiguas formas políticas y sociales. La civilización china,
una de las mayores civilizaciones de la historia, había arribado ya al
punto final de su trayectoria. Era una civilización agotada. El contacto
con el Occidente, fue más bien que un contacto, un choque. Los europeos
entraron en la China con un ánimo brutal y rapaz de depredación y de
conquista. Para los chinos era ésta una invasión de bárbaros. Las expo-
liaciones suscitaron en el alma china una reacción agria y feroz contra la
civilización occidental y sus ávidos agentes. Provocaron un sentimiento
xenófobo en el cual se incubó el movimiento boxer, 219 que atrajo sobre
219 El movimiento boxer fue animado por una organización campesina, que
demandaba reformas de carácter democrático. Pero la inepta dinastía reinante
tuvo miedo a los posibles desbordes del movimiento, y por segunda vez buscó
el auxilio de las potencias imperialistas, que ya habían contribuido a reprimir la
rebelión Taiping, y que recientemente habían acentuado su penetración al esta-
blecer el sistema de las concesiones territoriales. El sentimiento anti-extranjero
—alentado por el recuerdo de hechos tan ominosos como la «guerra del opio»,
la acción armada contra la rebelión Taiping y las frecuentes depredaciones—
reforzó entonces el movimiento boxer, dándole carácter patriótico.
En los manuales de Historia se conoce con el pomposo nombre de guerra de los
boxer (1900-1901) a la lucha armada contra los inermes demócratas y patriotas
chinos, llevada a cabo por ejércitos de las potencias imperialistas —Inglaterra,
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