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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              él pesa la responsabilidad de un generalísimo de millones de soldados
              que, mediante retiradas, fintas y maniobras oportunas, debe preservar a
              su ejército de una acción imprudente. La historia rusa de estos seis años
              es un testimonio de su capacidad de estratega y de conductor de muche-
              dumbres y de pueblos. Lenin no es un ideólogo sino un realizador. El
              ideólogo, el creador de una doctrina carece generalmente de sagacidad,
              de perspicacia y de elasticidad para realizarla. Toda doctrina tiene, por
              eso, sus teóricos y sus políticos. Lenin es un político: no es un teórico. Su
              obra de pensador es una obra polémica. Lenin ha escrito muchos libros
              y, con frecuencia, interrumpe fugazmente su actividad de presidente del
              soviet de comisarios del pueblo, para reaparecer en su tribuna de perio-
              dista de Pravda o Izvestia. Pero el libro, el discurso, el artículo no son para
              él sino instrumentos de propaganda, de ofensiva, de lucha. Su tempe-
              ramento polémico es característica y típicamente ruso. Lenin es agre-
              sivo, áspero, rudo, tundente, desprovisto de cortesía y de eufemismo. Su
              dialéctica es una dialéctica de combate, sin elegancia, sin retórica, sin
              ornamento. No es la dialéctica universitaria de un catedrático sino la
              dialéctica desnuda de un político revolucionario. Lenin ha sostenido un
              duelo resonante con los teóricos de la Segunda Internacional: Kautsky,
              Bauer, Turati. La argumentación de éstos ha sido más erudita, más lite-
              raria, más elocuente. Pero la disertación de Lenin ha sido más original,
              más guerrera, más penetrante.
                 Lenin es el caudillo de la Tercera Internacional. El socialismo, como
              se sabe, está dividido en dos grupos: Tercera Internacional y Segunda
              Internacional.  Internacional  bolchevique  y  revolucionaria  e  Interna-
              cional menchevique y reformista. La doctrina de una y otra rama es el
              marxismo.  Su  divergencia,  su  disentimiento,  no  son  pues,  de  orden
              programático, sino de orden táctico. Algunos atribuyen al bolchevismo
              una idea mesiánica, milagrista, taumatúrgica de la revolución. Creen que
              el bolchevismo aspira a una transformación instantánea, violenta, súbita
              del orden social. Pero bolchevismo y menchevismo son gradualistas, sólo
              que el bolchevismo es gradualista revolucionariamente y el menche-
              vismo es gradualista reformísticamente. El bolchevismo sostiene que
              no es posible utilizar la máquina actual del Estado para transformar
              la  sociedad  sino  que  es  indispensable  sustituirla  con  una  máquina


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