Page 68 - Entre suenos y rochelas. Poemas y otros escritos
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En casa estaban muy preocupados. Con el paso de los días me
           preguntaba qué pasaba, pues mi hermano no estaba y ya no me
           llevaba a volar con él. Aquello para mí fue una gran confusión.
           Al  principio imaginé que mi papá repararía sus alas y todo
           quedaría atrás, pues mi papá sabía reparar todo tipo de cosas.
           También creí que mi mamá le pondría uno de sus viejos reme-
           dios, olorosos a mentol, y pronto estaríamos volando otra vez.

           Mis hermanas me decían que no era nada malo, pero al ver sus
           lágrimas yo no les creía mucho.


           De tanto insistirle, mi mamá me llevó a verlo. Lo vi dormido en
           una pequeña cama con rueditas. Un señor vestido de blanco lo
           paseaba por un pasillo. Iba tan rápido, que apenas alcancé a ver
           que era él, antes que se perdieran en el ascensor. Me emocioné
           mucho al verlo, pero a partir de ese momento me di cuenta que
           algo grave pasaba, pues los días y las noches olían a hospital y
           las madrugadas a plegarias. La tristeza se mudó con nosotros.
           Llegaba de la escuela y era ella quien me abría la puerta, la que
           preparaba la cena, la que ocupaba la mesa y dejaba la comida en
           los platos casi sin probarla. El Héroe de la casa estaba herido.


           Mi mamá guardaba un secreto entre sus manos y su corazón.
           Una noche mientras dormíamos, se levantó con cuidadito para
           no despertarme y se arrodilló a hablar con Dios. Yo me hice el
           dormido y la descubrí. No le quedó más remedio que revelar-
           me sus poderes y me confesó que para poder hablar con Dios
           había que hacerlo de rodillas, pues esa era la única forma de
           que Diosito nos oyera. Todas las noches los escuchaba. Duraban
           horas hablando. Su único tema de conversación era que mi her-
           mano pudiese volver a volar. Y no pasó mucho tiempo para que
           sucediera el milagro: mi hermano volvió a volar. Pero distinto,
           como nunca lo había hecho. Su manera de volar se transformó.



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