Page 179 - Entre suenos y rochelas. Poemas y otros escritos
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al vendedor de alfondoque,
a Pacheco, al Ratón Pérez
y Aquiles, desde su coche,
al pasar por la capilla
te arroja mil bendiciones
que dejan tu corazón
sin apremios ni estaciones,
pero al ver que ya no puedo
me montas en tu remolque,
me das un aire de auxilio,
no permites que me ahogue
y me regresas el alma
con tus manitas de cobre,
con tus rodillas hollín,
con tu carita de achiote,
y yo, plácido te digo,
antes que otra vez me domes:
Hijo lindo, vida mía,
¡a comer, ya son las doce!
Humitos que coquetean
caminos, con sus olores,
despegan desde la estufa
avioncitos de sazones,
que aterrizan en tu boca,
dulzor de los papelones,
donde van las hormiguitas
en fila a cargar terrones,
donde Dios, sus Querubines
puso para que te apoyen
y ellos dejan en tu puerta
una feria de favores
que en sueños, desde tu almohada,
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