Page 125 - Entre suenos y rochelas. Poemas y otros escritos
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contentas con sus regalos,
              juguetes y golosinas,
              y ella se entrega completa
              sin mezquindad ni medidas;
              y regresa quejumbrosa
              con el alma vuelta trizas
              y siente en su corazón
              la más dura y grande herida
              por dejar allí a su vieja,
              su madrecita querida,
              por quien, como por sus hijos,
              daría la vida misma.

              ¿Qué pensará aquella doña
              en su sillón, tan tranquila?
              La doña que usted ve allí
              con su batica sencilla,
              ya no brega como antes,
              ya no camina de prisa,
              pues el peso de los años
              sembró en ella la fatiga
              y su linda cabellera
              ahora luce blanquecina.
              A veces se pone triste,
              hay días que son puras risas,
              otras veces está brava
              ante cualquier tontería,
              porque esto es “así o asáo”
              o si alguien no la visita,
              son las cosas de los años,
              de la gente envejecida,
              que a veces se siente sola
              y busca alguna salida



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