Page 14 - El cantar del Catatumbo
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Ni la idea de paz, ni la de la libertad, ni la de la
           igualdad, cuajaron definitivamente en siglos del tránsito
           humano.
              A veces, exultante por la sensación de aparecer, vuelve
           a revelarse en todas las dimensiones y crea las obras más
           grandes del espíritu.
              Una de maravillas, por muchas de horror o de de-
           sastres. Con esa carga alimenta la historia sin ver, tal
           vez, que en el derrumbe del universo él no ha sido más
           que una efímera leyenda.
              Hasta aquí y frente a la inasible permanencia en
           este mundo, una mera enunciación de lo que po-
           dríamos llamar el punto cero de la criatura humana.
           En el camino, desde la instintiva manada prehistórica
           hasta nuestros días, la tribu ensayó distintas formas de
           organización. Casi siempre prevaleció la dominación
           de unos sobre otros. La negación de la alteridad llevó
           a aberraciones como el racismo —para dar un solo
           ejemplo— que es hijo no solo de la perversidad, sino
           también de una profunda ignorancia.
              Pero siempre hubo quienes se atrevieron a seguir
           soñando.
              En las experiencias revolucionarias, si bien se pro-
           dujeron cambios significativos en la evolución hacia la
           igualdad de los hombres, muchas veces sucedió que a
           la épica de este intento transformador la desvirtuara la
           burocratización de los estratos dirigentes, cuándo no,


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