Page 13 - El cantar del Catatumbo
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punto de partida para justificar, biológicamente, su
excepcionalidad.
Un primer paradigma que oculta otros más inson-
dables como el de la materia y, al fondo de esta, el más
real de todos que es la energía —su verdadero origen y,
también, su auténtica entidad—. El asumirlo lo dejaría
al humano sin individualidad, en tanto que él es, como
sabemos, solo un ínfimo cúmulo en el vendaval de par-
tículas que construyen todo el bosque de las galaxias.
Partir de este paradigma también invalidaría el con-
cepto de unidad que sostiene a lo largo de la historia el
cimiento del poder, el que, a su vez, alimenta la super-
vivencia de castas que hasta este siglo parecen indestruc-
tibles: la política, la religiosa y la militar, cuya estructura
sigue, consecuentemente, siendo vertical y autoritaria.
La historia que se activa con los mismos síntomas
y respuestas, seguirá siendo cíclica mientras no se des-
monten esas pirámides de dominación. Al parecer
no puede con la conciencia del hombre aferrado a
la devoción de sí mismo y, como consecuencia, a su
desintegración.
El hombre que alguna vez y en algunas selectas cul-
turas intentó vivir en un concierto total con todo lo
existente, viene desdeñando esos albures a cambio de
la persistencia de sistemas que, en nombre de la orga-
nización, se transformaron en aparatos para justificar
el sojuzgamiento de unos sobre otros.
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