Page 15 - Martí Bolivariano
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[Ramón Losada Aldana] MARTÍ BOLIVARIANO

            Esa idea, casi obsesiva, de situar la acción, particularmente la
          acción heroica, por encima de todo, la observemos, de manera
          bastante clara en su actitud ante lo que él tendría, necesaria-
          mente, que ubicar en alta escala: su obra intelectual. En carta
          a su “queridísimo” amigo Manuel Mercado, expresa su temor a
          que se le considere sólo “como tantos otros, poeta en versos”.
          Y agrega: “estoy avergonzado de mi libro… y en cada letra veo
          una culpa” ¿y por qué esa vergüenza y esa culpa? Su respuesta:
          “porque la vida no me ha dado hasta ahora ocasión suficiente
          para mostrar que no soy poeta en actos”. Téngase en cuenta que
          se refiere nada menos que a Ismaelillo, quizás el libro más ama-
          do por el autor, pues se trata  de la obra dedicada a su hijo José.
          Igual inquietud confiesa en misiva a Vidal Morales y hablando de
          la misma obra, asevera: “antes quiero yo hacer colección de mis
          obras que de mis versos”. Igual envío a Enrique José Varona y le
          solicita “perdóneme, en gracia del empeño con que trabajo en
          cosas más serias”.
            Esas cartas son de 1882. Es el mismo año cuando escribe a
          los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo instándolos a
          proseguir la luche por la independencia de la Isla: helo, aquí, con
          su fidelidad al anhelo de ser “poeta en actos”.
            Ya, en la etapa revolucionaria de febrero a abril de 1895, refe-
          rida en su Diario de Mantecristi a Cabo Haitiano, habrá de decir:
          “a la Patria, más que palabras”. Sintiéndose sujeto de la acción
          libertadora confiesa, jubiloso, en carta de abril de 1895: “llegué
          al fin a mi plena naturaleza, y que el honor que en mis paisanos
          veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me em-
          briaga la dicha, con dulce embriaguez. Sólo la luz es comparable
          a mi felicidad”.
            Si, su “plena naturaleza”. Hela aquí indicada en carta a Manuel
          Mercado, de 1877: “no pronto a esperar, sino decidido a obrar.
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