Page 785 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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          integracionista de Bolívar. Tudor comenzó su rastrero objetivo difaman-
          do al Libertador llamándolo “el loco de Colombia” y diciendo que era un
          “conspirador y usurpador atroz”. El 17 de mayo de 1826 le escribe a Hen-
          ry Clay que Bolívar “puede ser derrocado como uno de los más rastreros
          usurpadores militares, lleno de toda la execración de sus contemporáneos
          por las calamidades que su conducta les acarrea”. Un año más tarde, el
          7 de noviembre, retoma la idea “Mientras él viva solo habrá guerras” y

          arguye que “hay muchos motivos evidentes por los cuales Estados Unidos
          e Inglaterra deberían ser adversos al éxito de su usurpación”.
            El 15 de octubre de 1829, el abogado bogotano Estanislao Verga-

          ra Sanz de Santamaría (1790-1855), hombre de confianza del Liber-
          tador,  escribe  al  canciller  colombiano  sobre  las  acciones  de  algunos
          traidores como es el caso de José María Córdova, héroe de Ayacucho,
          quien se empata con Fanny Henderson, una jovencita de 13 años, hija
          del cónsul británico en Colombia, James Henderson, quien también
          conspira contra Bolívar junto a su homólogo estadounidense William
          Henry Harrison. Vergara cuenta cómo estos diplomáticos preparan un

          complot en el cual juegan un papel decisivo el estadounidense Albert
          Gooding y James Taylor y narra la forma en que los enemigos se han
          infiltrado en el gobierno para asesinar no solo al Libertador, sino a su
          entorno cercano: al general Rafael Urdaneta, a Leandro Miranda (hijo
          de Francisco de Miranda), a Charles de Bresson, embajador de Francia,
          al escritor y diplomático Juan García del Río y al mismo Estanislao

          Vergara en connivencia con los diplomáticos mencionados:
               … hemos estado en estos días muy ocupados y aún lo estamos
             con los señores Harrison y Henderson, que habían formado un
             complot infernal contra nosotros. ¡Qué malvados tan execra-
             bles son, principalmente el primero! Él tenía meditada aquí una
             insurrección sangrienta en apoyo de la de Córdova, con quien
             ambos han estado en comunicación y cuyas empresas sabían dos
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