Page 463 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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             queda más que la de la fuerza, que termina necesariamente en
             el despotismo militar. Esta ha sido la historia de la revolución
             francesa, y deseo que la comprensión de nuestros hermanos del
             sur sea lo suficientemente amplia y firme para ver que su destino
             depende en su sagrada observancia.

            Sobre la base de los hechos reales, la percepción que tiene el gobierno
          de EE. UU. sobre los patriotas del sur y sobre los sucesos que ocurrie-
          ron en Suramérica parecen filtrados negativamente por los agentes que

          envían a este territorio, donde se nota la misma jerga de hoy para desca-
          lificar patriotas: “dictadores despóticos y autoritarios” que ha permeado
          por doscientos años cuando estos dirigentes no se pliegan a los intereses
          de Washington, poco o nada ha cambiado desde entonces.

            Para despejar dudas sobre cuáles eran las ideas de los principales pen-
          sadores doctrinarios de EE. UU. como Thomas Jefferson y cómo ellos
          concebían la geopolítica hacia la América hispana en procesos de libe-
          ración anticolonial es conveniente revisar estas cartas a Humboldt en lo
          que curiosamente usa frases dignas de análisis semántico y que deben
          ser consultadas a especialistas del lenguaje de la época cuando en 1817
          escribió al sabio prusiano:
               Creo que la historia no proporciona ningún ejemplo de un
             pueblo  sacerdote  que  mantiene  un  gobierno  civil  libre.  Esto
             marca el grado más bajo de ignorancia, del cual sus líderes civiles
             y religiosos siempre se valdrán para sus propios fines. La vecin-
             dad de La Nueva España a los Estados Unidos, y su consecuente
             relación sexual, pueden proporcionar escuelas para las clases más
             altas y un ejemplo para las clases más bajas de sus ciudadanos.
             Y México, donde aprendemos de usted que los hombres de la
             ciencia no faltan, puede revolucionarse a sí mismo. Mejores aus-
             picios que las provincias del sur. Estos últimos, me temo, deben
             terminar en despotismos militares. Los diferentes actores de sus
             habitantes, sus odios y celos mutuos, su profunda ignorancia y
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