Page 209 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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            Venezuela y Colombia si bien son países vecinos, no han mantenido
          relaciones fraternales de convivencia; no comparten una misma cultu-
          ra, ni una misma memoria histórica. El lapso que duró la unidad de la
          Gran Colombia fue efímero y sabemos que turbulento, plagado de lu-
          chas y traiciones; el concepto de unidad político territorial soñado por
          el Libertador Simón Bolívar para esos fines fue y sigue siendo erosio-

          nado y distorsionado por casi doscientos años de existencia republicana
          durante la cual el pueblo colombiano y el pueblo venezolano han vivido
          vidas paralelas y sus relaciones han sido siempre conflictivas, hecho que
          no puede ser enfrentado solamente con la retórica de que somos un
          mismo pueblo (Sanoja y Vargas Arenas 2015: 61-79). Hablamos la mis-

          ma lengua, pero no el mismo idioma, nuestros valores históricos, éticos,
          culturales y sociales han sido moldeados por experiencias vitales muy
          diferentes sobre todo en los últimos 100 años (Sanoja y Vargas 2.015:
          67). En ese lapso se ha dado para Colombia la guerra civil, para Vene-
          zuela la paz, para Colombia un Santander para Venezuela un Bolívar,
          para Colombia un Uribe para Venezuela un Chávez, para Colombia el

          capitalismo neoliberal para Venezuela el socialismo bolivariano.
            Pero, si queremos de verdad construir una sociedad socialista vene-
          zolana, tenemos que comenzar por definir los contenidos de nuestra

          memoria histórica y en consecuencia de una conciencia social y cultural
          venezolana revolucionaria y socialista, a partir de una política cultural
          de Estado que logre inducir, tanto en venezolanos como colombianos
          así como en ciudadanos de otros orígenes histórico-geográficos que ha-
          cen vida en el país, la memoria histórica nacional que legitime esa con-
          ciencia social revolucionaria que debe ser pues también nacional.

            Muchos países cuya población se ha conformado con base a grandes
          aportes migratorios, como por ejemplo Estados Unidos, tienen polí-
          ticas culturales estatales, diseñadas para estimular en los inmigrantes
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