Page 197 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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            Los pueblos de la región, sin embargo, van tomando conciencia del
          dilema: integrarse como naciones soberanas o convertirse, de una vez y
          para siempre, en colonias de un imperio que ha entrado ya en la deca-
          dencia. Por ello, con el apoyo de las oligarquías colombianas, los Estados
          Unidos pretenden borrar de un manotazo la Revolución Bolivariana e
          intimidar militarmente al resto de los países suramericanos. Pero las cir-
          cunstancias históricas actuales que reflejan la existencia de una comuni-

          dad de pueblos suramericanos, que no de gobiernos, cada vez más aler-
          tas y conscientes de su destino, no favorecen esos perversos designios.



          ¿Una opción para la paz y la integración?
          Desde su óptica reaccionaria, los gobiernos de Trump y de Uribe-Duque
          consideran que no tienen otra alternativa sino destruir la Revolución

          Bolivariana para evitar que se consolide la posición de Venezuela en
          el sistema mundial al lado de China, Rusia, La India, Irán y Turquía e
          impedir —igualmente— que Cuba y Venezuela logren estabilizar un
          sistema de integración solidaria que consolide la democracia y la so-
          beranía en el Caribe Oriental. Dicho proceso debilitaría el poder de la
          camarilla de políticos cubano-americanos que mantienen confiscada la

          política latinoamericana del gobierno de Estados Unidos, orientándola
          hacia una escalada de conflictos con cualquier país que intente escapar-
          se de su cerril ortodoxia.
            Colombia y Venezuela, compartieron durante el efímero tiempo que
          duró la Gran Colombia una historia parcialmente común. La Revo-

          lución Bolivariana no puede seguir considerando ingenuamente a la
          narcoligarquía colombiana como el gobierno de un país hermano sino,
          como un gobierno agresor que desde 1830 hasta el presente solo ha per-
          seguido la misión que le ha encomendad el imperio: destruirnos como
          nación y como pueblo para apoderarse de nuestras riquezas.
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