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que pudiera servir de espejo. Pero como suele
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                                                                              cacique una hermosa niña de intensos ojos ne-
                                                                              gros que eran como nítidos espejos convexos,
                                                                              por lo que se le confío a su madre y guardianas
                                                                              su protección para evitar que se viese reflejada
                                                                              en cualquier superficie reflectante.
                                                                              Un día la doncella de los ojos de agua en un
                                                                              descuido de sus custodias, se acercó hasta la
                                                                              orilla de una laguna encantada. Se miró en sus
                                                                              aguas profundas y de repente empezó a mover-
                                                                              se el agua y a producirse un remolino. Fue trans-
                                                                              formándose el rostro de la joven en serpiente.
                                                                              Así se convirtió en la anaconda, dueña del agua,
                                                                              quien fue creciendo hasta hacer que las aguas
                      Carlos Raúl Villanueva
                                                                              se  desbordarán.  Se  extendió  tanto  que  llegó
                                                                              hasta el valle del Yaracuy por un lado y por el
                                     tradición oral, para el fin de la cosecha, la tribu   otro, hasta el lago de Tacarigua  (Valencia). Tanto
                                     de los nirguas habían recibido de su gran pia-  creció la reptil, que finalmente estalló dando un
                                     che un terrible presagio: que a un cacique de   coletazo, vibró; se desmadejó y quedó inerte, la
                                     la tribu le nacería una niña con los ojos de tan   cola en Sorte, cerca de Chivacoa (Yaracuy), y la
                                     extraño color que, de mirarse en las aguas de   cabeza en Tacarigua.
                                     la laguna, no podría ver sus pupilas. Este augu-  Originalmente la escultura de la deidad fue co-
                                     rio doloroso agregaba que si esta niña se viese   locada al lado del puente que cruza el río Guaire
                                     espejada en alguna parte, por el doble hueco   entre los estadios junto con El Atleta de Francis-
                                     de la imagen brotaría una monstruosa anacon-  co Narváez. Maria Lionza pétrea en su condición
                                     da, que causaría la calamidad de los nirguas.   de diestra amazona, monta a pelo una danta, sin
                                     Así que con la idea de sortear el horrible pre-  silla ni correajes, aprisionando al animal con sus
                                     sagio, únicamente la madre y sus guardianas   exuberantes piernas, vigilante, altiva, dominante,
                                     estaban autorizadas a ver a la niña a quien le   triunfadora. El mamífero pisa con sus patas de-
                                     estaba prohibido tener cualquier lámina pulida   lanteras sendas serpientes, evocando el mito. En



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