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Juan Domingo, hoy sepultado en el Panteón
Nacional, vivía en compañía de su madre Leo-
cadia de Ponte en una de las laderas del Catu-
che, cerca del puente que él mismo había ayu-
dado a construir. Amante de los árboles, plantó
junto a su morada siete estacas del Samán de
Güere, obsequio de Hipólito Blanco quien
le trajo las ramas en 1753, según nos cuenta
Arístides Rojas en sus Leyendas Históricas de
Venezuela (1890) como nos lo cuenta el cronis-
ta Enrique Bernardo Núñez. En un trabajo de
Olegario Meneses en las ediciones de El Liceo
Venezolano de abril y mayo de 1842 (números
4 y 5) sobre el puente de la Trinidad, se reco-
ge el testimonio del propio Hipólito Blanco,
asegurándole que más bien se trató de un en-
cargo preciso del alarife la búsqueda de las es-
tacas del suntuoso árbol crecido en los valles
de Aragua. Asombra que Blanco, barbero de
profesión, a la sazón contaba con 112 años, un Rafael María Baralt. Retrato siglo
XIX. Autor desconocido.
matusalén caraqueño Le debemos al cronista
Rojas el halo místico de la leyenda al afirmar
que el Samán fue una ofrenda de Blanco a la «Al salir del pueblo de Turmero, a una legua
fábrica del templo trinitario. de distancia, se descubre un objeto que se
El Samán del valle de Güere constituye un hito presenta en el horizonte como un terromon-
de telúrica fuerza histórica, puesto que ha sido tero redondeado, como un túmulo cubierto
el punto visitado por el Libertador Simón Bolívar de vegetación. No es una colina ni un grupo
con sus tropas en su paso por Aragua. Descrito de árboles muy juntos, sino un solo árbol, el
por el ilustre botánico Alexander von Humboldt famoso Samán de Güere, conocido en toda
como un árbol de unos 180 m de circunferencia la provincia por la enorme extensión de sus
en su punto más ancho: ramas, que forman una copa hemisférica de
El samán del Buen Pastor, árbol amigo ¦ 101