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la base del pedestal, el artista esculpió jeroglífi- creador de la Ciudad Universitaria, el arquitecto
cos en relieve y una hermosa hoja de la planta Carlos Raúl Villanueva –según refirió Damiani-
uña de danta; en los costados, antorchas en alto- era de la opinión que la efigie no guardaba sin-
rrelieve y flamas de bronce. tonía con la Síntesis de las Artes, las antípodas del
Luego, en 1954, el mismo Colina traslada la obra realismo divino que representa toda la obra de
al sitio donde actualmente se yergue, y aprove- Colina. O más bien Villanueva ante la inconmen-
cha para reemplazar la vasija donde ardió el fue- surable carga atávica que la diosa representaba
go olímpico por un elemento más acorde al mito prefirió marcar distancia.
originario: el hueso sacro de la pelvis femenina.
Asimismo, decide cambiar la nariz de la danta FUENTES
que era chata por una más prolongada, que es
la que conocemos hoy día. Surge entonces la le- Antoliñez, G. (1995). Los ciclos de los dioses, folclore y mito-
yenda urbana que como el chato hocico del tapir logía del centro occidente de Venezuela. “Obras”. Orlando
Barreto (Comp.), San Felipe: La Oruga Luminosa. Vol. I.
se había caído, anunciaba un mal presagio para
Díaz, A. (2014) Colina. Caracas: Ediciones Florilegio.
el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Decían los
caraqueños entre picaresca y protesta soterrada
que el desprendimiento de la trompa, traería
consigo la caída del gobierno. Restarían solo tres
años para ese evento.
Por esos días se estaba construyendo la autopis-
ta Francisco Fajardo, (Autopista del Este) espina
dorsal de la ciudad que une el oeste con el este
de la misma. Esa circunstancia hizo que la escul-
tura icónica quedase atrapada en la arteria vial,
convirtiéndose en un hito indisoluble del ornato
urbano. Se dice que la idea de la “expulsión” de
la María Lionza de Colina obedecía más bien a
criterios estéticos de la época, según testimonio
obtenido directamente por quien escribe del
capitán Luis Rafael Damiani, presidente del Ins-
tituto Ciudad Universitaria entre 1952 a 1958. El
María Lionza, no soy digno... ¦ 97