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su narrativa describe a una encina como recur-  FUENTES
                so literario. Inspirado en el desprendido y preo-
                cupado gesto del padre José Cecilio Ávila quien   Cortés, J. D. (1875) Prosistas Americanos. Trozos escogidos de
                comprara el Samán de la Trinidad para evitar la   literatura. Paris: Tipografía Lahure.
                                                         Humboldt,  A. (1991). Viaje a las  regiones equinocciales  del
                crematística tala que pretendía hacer su propie-
                                                            Nuevo Continente. Caracas: Monte Ávila Editores.
                tario, Baralt nos recrea la historia del pastor Ce-  Núñez, E. B. (1988). La cuidad de los techos rojos. Caracas:
                cilio, un anciano de cabeza venerable quien im-  Monte Ávila Editores
                pide que Damis, el dueño del árbol, lo derribe,   _________ (1991). Figuras y Estampas de la Antigua Caracas.
                ofreciéndole que lo conservara diciendo “él es   Colección Tradiciones. Caracas: Monte Ávila Editores
                                                         Valery S., R. (1978) La nomenclatura caraqueña. Caracas: Er-
                tu hermano. Ven a mi cabaña: vivirás conmigo y
                                                            nesto Armitano, Editor
                tuyo será cuanto poseo. Yo os adopto: a ti para
                la corta vida que me resta; a él para después de
                la vida”. Existió un busto del padre Ávila, acaso el
                primer ecologista que haya contado la ciudad,
                bajo la espesa sombra del Samán, según reseña
                Núñez,  desaparecido  a  principios  del  siglo  XX
                sin razón que lo justificara.
                Este coloso verde sirve de conector vegetal entre
                los edificios de la Biblioteca Nacional, el Audito-
                rio Juan Bautista Plaza, las casas coloniales donde
                está la Fundación Boulton y el Panteón Nacional.
                Sigue erguido con su aquilatada vida bicentena-
                ria, testigo mudo de los cambios sufridos en esta
                ciudad insurgente.
                Citando al propio Baralt:
                   “¡Bendita sea la voluntad que te hizo hermo-
                   so y el poder que te hizo fuerte, árbol amigo!”










                    El samán del Buen Pastor, árbol amigo  ¦  103
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