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Como era de esperarse esa noticia causó algara- FUENTES
bía en la sociedad de aquel tiempo, debido a la
primicia y novedad. Es así que el señor Álvarez, Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano (2007) Munici-
en honor al logro de Susana, vistió a una niña pio Libertador, Caracas: Instituto del Patrimonio Cultural
Rosenblat, A. (1984) Estudios sobre el habla de Venezuela.
de reina. Esto atrajo la atención del padre de
Buenas y malas palabras. Tomo II. Caracas: Monte Ávila
Susana Dujim que por casualidad pasaba fren- Editores.
te al negocio y curioso preguntó qué hacia la
niña ahí. Al enterarse, dijo que él era el padre
de Susana y que llevaría a su hija a comer en el
negocio de los Álvarez. Al presentarle la arepa
tostada con el relleno de pollo y aguacate en
su honor la llamaron la reina pero era tan bella
que requería un adjetivo que le diera distinción,
entonces le añadió pepiada.
Según nos refiere Ángel Rosenblat, esa palabra,
propia del calé de los jóvenes, equivale a chéve-
re, es decir, algo o alguien que está bueno, bo-
nito. “Eso está pepeado” o “Está pepiá”. También
se desambigua a pepiado/pepiada o pepito para
género neutro. (De ahí el nombre de una cono-
cida marca de pasapalos, bocadillos o snacks de
palitos de maíz horneados con sabor a queso).
Curiosamente para la época estaba en boga los
vestidos de faldas plisadas con lunares, llenos de
pepas generalmente negras sobre fondo blanco,
aunque también las había de colores, por tanto
las damas andaban todas pepiá, a la moda.
La Reina Pepiada es un Bien de Interés Cultural
reconocido por el Instituto del Patrimonio Cultu-
ral desde 2005.
Una arepa de certamen ¦ 49