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Álvarez. Su negocio de arepas y empanadas que
regentaba junto a su madre y hermano, estaba
inicialmente en la esquina Cola ‘e Pato, El Guara-
taro, en la caraqueñísima parroquia de San Juan.
Eran tan famosas que la gente iba de todas par-
tes de Caracas expresamente a probarlas. Aque-
llos que se acercaban por curiosidad a preguntar
qué eran las tostadas (porque en Trujillo se llama
así a las arepas rellenas) nunca se marchaban sin
probar alguna. Con los años fueron creciendo y
llegaron a tener un local en la Gran Avenida que
comunica Plaza Venezuela con Sabana Grande,
la arepera “El Zorro” donde los mesoneros emu-
laban con su vestimenta al espadachín enmasca-
rado de Baja California.
Llegamos a la mitad de la década de los 50, 1955.
Una señorita oriental, más precisamente de Ara-
gua de Barcelona, gana el certamen mundial de
la belleza en Londres. Era Carmen Susana Dujim
Zubillaga, conocida como Susana Dujim. Vivía en
la urbanización Bello Monte y se desempeñaba
como oficinista cuando ganó el concurso de Miss
Venezuela 1955, realizado en el Salón Naiguatá del
Susana Dujim (1955) Miss hotel Tamanaco de Caracas, el sábado 9 de julio de
Mundo
1955, que le permitió representar al país en aquel
evento mundial. Con su cabello negro, ojos café
tostada rellena de pollo guisado, luego hornea- oscuro y 1,74 m de estatura, impactó al jurado del
do, acompañado de lonjas de aguacate y granos Miss Mundo ante el acostumbrado desfile de mu-
de petit-pois (guisantes). Su creación que tiene jeres nórdicas, rubias, de ojos azules. Susana no solo
un poco más de seis décadas proviene del in- fue la primera venezolana en lograr esa distinción,
genio de un trujillano de Las Araujas, Heriberto sino también la primera Latinoamericana.

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