Page 47 - Viaje a Sandino
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             Advierto que me están protegiendo, yo pedí
         mirar de cerca el fuego, ahora estoy en el puesto de
         avanzada con un grupo de oficiales bajo la sabia di-
         rección de Bosco, a quien duplico en edad.


             Es una colina y todo un equipo de comunicación,
         segundo a minuto voy siguiendo los movimientos, las
         órdenes, las previsiones y conjeturas de un encuentro
         entre el batallón (parte de él) sandinista y unos ciento
         cincuenta adversarios.


             Hace y sopla un frío tremendo, hasta mis dolen-
         cias han desaparecido, yo que con tanta frecuencia voy
         al baño (servicio le dicen aquí) fui una sola vez en esta
         colina desamparada de árboles. Así que me oculté
         entre montículos de la vista de mis compañeros, pero
         no pude evitar que allá frente a mí, lejos por suerte, en
         la casa donde raptaron a un chaval, se agolparan en la
         puerta las mujeres para verme cagar, y reían a carcaja-
         das, sobre todo cuando sacrifiqué las hojas de un ar-
         busto para limpiarme. Recordé entonces a Calderas,
         mi pueblo y mi niñez, cuando cagábamos en el patio
         y nos limpiábamos con hojas; y lo que le pasó al hijo
         de Niano que se frotó el trasero con una pringamosa,
         una planta de hojas quemantes como el roce de una
         aguamala, por decir, medusa. El culo de Nianito era
         un ají chirel por los gritos que daba y la carrera con los


         46 ‹‹ viaje a sandino (san sebastián de yalí, nicaragua, 1985) Orlando Araujo
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