Page 36 - Viaje a Sandino
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Ayer salí de Managua, me despidieron Herty y
Freddy. Me acompañó un teniente sandinista. Llega-
mos a Waswalí, un cuartel entre Managua y Jinotega.
Almorzamos un poco de arroz con las manos: cada
miliciano allí tiene su propio equipo, y si no hay cu-
chara, pues a mano limpia.
Ya el comandante sabía de mi viaje, me permitió
descansar hasta las seis y continué hasta Jinotega ya
en la noche. ¡Qué carretera, Dios mío, y qué mara-
villa de conductor! Se las sabe todas, ni un alto en el
camino y a plena marcha.
—Si no fuera por los contras —dijo el oficial—
nosotros estaríamos en la Universidad.
Estamos entrando en terreno de emboscadas,
arma en mano.
El jeep sin puertas por si había que tirarse al suelo,
la tranquilidad de todos me dio la mía. El frío era inten-
so, me daba calor con la pipa, ellos fumaban un cigarro
entre los tres. Era como cabalgar saltando. Llegamos a
las ocho de la noche al cuartel general de Jinotega. Todo
es juventud aquí. Cansado de verdad me tiré en una col-
choneta en el suelo, pobre viejo, calambres por todos
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