Page 77 - Soy tu voz en el viento
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Mientras los muchachos jugábamos
haciendo bullaranga,
en el interior de la casa se escuchaba
el canto regular de los loteros:
el ambo, el terno,
lotería con la piña o el sombrero.
José Cañón, con Martina Montaño,
Luisa Narváez, Josefa Eustaquia,
Dolores Julia con Teresa Alfaro:
la gente ingenua disipaba
la estrechez de sus vidas
en el juego sencillo,
centavo con centavo entre las fichas
y algunas insolencias descarriadas
de Cañón deslenguado si perdía.
El juego de la tarde lo prendíamos
al final de El Mamey algunas veces,
desde la casa de Dominga Decena
hasta los límites del río.
El trompo servidor iba rodando,
un golpe tras de otro,
de una raya a otra raya
para lucir destrezas de los jugadores:
Cachito, Víctor Figueroa el de Dominga
disputando a la par de los Obandos,
hábiles en volar desde la arena
hasta la tierra dura
el trompo zumbador.
Después el baño fresco
en medio de la poza cristalina
junto a El Jobo, en La Tagua, en La Represa
para volver cargados
con frutos de los fundos orilleros:
La Huertica, La Ceiba,
La Noria, María España,
y hasta más allá: Román Medina
o Loreto Torcat, en Camoruco,
lindando con el pie de Matasiete,
donde el río se recogía en una poza
para el último baño de la tarde.
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