Page 243 - Soy tu voz en el viento
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¿De dónde viene el mar? ¿En dónde nace esta furia disuelta?
               ¿Dónde tiene su nidal escondido para empollar las olas,
               lanzar sus corsarios al ataque, sus alas presurosas,
               sus implacables garras, su pico demoledor de acantilados?
               ¿Dónde termina el mar? ¿Dónde descansa?
               ¿Le pone fin la tierra o es apenas su lugar inicial?

               ¿Dónde termina el mar? ¿Es acaso infinito?
               ¿Dónde comienza su afán desapacible, su acoso destructor?
               Solo sabemos que la vida en él se renueva y multiplica:
               Peces, crustáceos, moluscos; lo infinito pequeño que se aquieta
               es isla de coral, calcárea forma que miríadas de cadáveres apeñusca,
               la silente tarea tejedora del tiempo que no cesa
               en el cirial es arbórea estructura deshojada
               de alba espina en que enredan las algas.


               La coloreada escama, los afilados dientes: tiburones, sardinas, delfines,
               carne, aceite; las gemas del fondo en el ostral acendradas,
               crin salvaje azotada por el huracán, desbordada catarata en la tromba,
               arrullo solo en la arena de la playa, tobogán de la brisa,
               subeibaja en la marea que llega y en la que se retira.
               En la estela se borran los rumbos del hombre
               que con la rosa de los vientos entre las manos navega
               o afirma en el vuelo de las aves el camino que un lucero señala


               La gaviota vigilante con alas de flecha enarcada,
               el tardo alcatraz que se mece en la ola,
               las aves pasajeras que navegan en el azul contra el azul en vuelo
               con murmullos de plumas van y vienen
               y solo de una tierra a otra se encaminan, golondrinas viajeras
               mudando de estación, cambiando clima,
               mientras en la deshecha sal se yergue brilladora flor de pétalos sonoros,
               golfos, puertos, ensenadas, son sitios de llegada, lugares de partida,
               pañuelos en el aire y lágrimas furtivas, como la mar amargas.
               La plomada del sol funda su muro en la acre autonomía de la sal.

               Mar de la historia acumulando asombros, desatando los sueños,
               si te cruza la hazaña de la aventura ignota
               sobre tu piel rasantes carabelas son mensajeras de los continentes,
               Núñez de Balboa que inventa un mar que va y viene de Australia
               con su carga de muertos, vigilias y naufragios,
               Magallanes sembrado en un estrecho frío con aguja de tierra
               y Simbad que anima la imaginería de los niños
               en sus barcos fantasmas barridos por el agua y el viento,
               arriba una esperanza que fulgura en las velas,
               abajo sepultura sin urnas y sin losas tatuadas de recuerdos
               en la fría soledad trepidante de noches y de días.



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