Page 244 - Soy tu voz en el viento
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¡Mar celeste marino!, te visita la luna, te circunda
zozobrando en tu piélago cuando clava sus cuernos
con estridente grito de metal deslustrado,
te hostigan las estrellas con su canto resonando invencible,
el viento que no cesa va contigo a los litorales del mundo,
acunas en tu seno a mi Isla, Margarita sonora,
cascabel en la cresta de las olas que llegan cantando
rumor solo en el viento con aquellas que parten.
Cuanto tocas resuena con nota desatada y armoniosa:
bocina, caracol, acantilado, espumas,
las quillas crujidoras, las jarcias remecidas;
crepúsculos de sombras vacilantes gritan como doncellas sumergidas,
auroras de incendiadas trinitarias son risas cristalinas que disipan las
sombras
disueltas en tus aguas por el betún espeso de la noche.
Tus manos de milenios hacen vibrar cuerdas de las bolinas,
la marinería afanosa, de timones, de remos y de brújulas
cuando van a la playa llevan la sangre resonante de llamas.
Todos los seres que alientan en tu seno concentran su latido:
la ola marca un tiempo remecido que no cesa,
sobre ella va la vida sobrenadando espumas con rielar de metales,
su lamento desgarrado sobre la playa inhóspita resbala;
el vuelo es un celaje de plumas en acecho
desplegado sobre la cauda tensa de tus altas mareas,
pescadores untados de salmuera en red de sueños pescan
plata escamada con coplas y canciones tremolando en la brisa.
¡Viejo mar sempiterno! Tu vencedora cuadriga,
en la carrera loca que levanta su polvo de olas
descansa en estas playas sonoras de alba, rumorosas de trino:
mañana es otro día para tu largo viaje.
Descansa en estas playas doradas de mi Isla,
bebe aquí los crepúsculos, las auroras más claras.
Esta almendra de piedra tiene dulce la entraña y la cáscara azul,
acaso es hija tuya o es la hija del viento.
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