Page 305 - Lectura Común
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Luis Alberto Crespo
                  Recién cumplidos los doce años, al promediar 2005, Corrado
               Minardi se alistó para participar en el X Concurso Nacional de
               “Poesía para Liceístas” organizado por la Casa de la Poesía Pérez
               Bonalde y la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. Más de
               un centenar de aspirantes provenientes de los liceos del país aten-
               dieron a la cita. No recuerdo bajo cuál seudónimo se ocultaba el
               joven valerano. El jurado determinó otorgarle el primer premio
               por su poemario Tribulaciones. Su sorprendente lenguaje y el des-
               enfado en retar una temática desusada para su edad habían con-
               quistado al tribunal calificador. Un nuevo poeta nacía, una nueva
               voz, con la infancia aún en la garganta y en la mirada. No tardaría
               en regresar a Caracas, esta vez como invitado a participar en la
               XII Semana Internacional de la Poesía en la que se le rendiría tri-
               buto al gran poeta Alfredo Silva Estrada. De vuelta a su casa truji-
               llana ingresó a nuestros talleres literarios en Valera. La música, ya
             [ 304 ] sabemos, habitaba la casa materna. Corrado Minardi privilegió
               el silbo del clarinete y ya lleva tres años en la Orquesta Nacional
               Juvenil de Venezuela.
                  Nuestro poeta hubo de esperar varios años para tener en sus
               manos la edición sus Tribulaciones, que no ha mucho ofreciera
               el sello Nadie Nos Edita y la Casa Nacional de las Letras Andrés
               Bello en su colección Alta Voz. Acerca del “poder transformador
               de la palabra”, medita Raquel Molina, coordinadora del Sistema
               de Talleres de la casa bellista en la contraportada. De ese poder
               transmutador da prueba Corrado Minardi cuando propone una
               escritura despojada de sobre abundancias, cejijunta, grave, a
               veces marcada por la mueca, el humor acre, atenta a la eviden-
               cia de la vida común, cuidadosa de la lógica del poema, a menudo
               sorprendida por conclusiones inesperadas, como cuando escribe
               “Delirio”:


                  Necesito subir a mi caballo
                  galopar
                  perderme tras el último horizonte






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