Page 279 - Lectura Común

Luis Alberto Crespo
un espacio privilegiado a una biblioteca. Otra tradición, menos
digna, sería propagada por Don Cecilio Zubillaga Perera, la figura
intelectual más conspicua del gentilicio caroreño, fogoso fablis-
tán, lámpara y guía de escritores, artistas y políticos caroreños,
socialista, antiimperialista y antilafundista avant la lettre. Decía
don Chío —como lo nombra el recuerdo y la gloria— que entre
sus paisanos todo escrito corría el albur de ser pasto de “las can-
delas de Carora”, por referirse a su reiterada maña de cremar epís-
tolas, manuscritos y hasta volúmenes maltratados por el desamor
o el desinterés.
¿Por qué nombro a la Biblioteca “Riera Aguinagalde” y a don
Chío de tal guisa? Ocurre que semanas atrás se propagó la noticia
de que alrededor de 3.000 volúmenes de la Biblioteca habían sido
quemados y echados a la basura ante la insoportable indiferencia
de sus dolientes de casa y del país entero. En su minucia, la infor-
[ 278 ] mación señala varias razones: a más de las aceptables que autori-
zan la destrucción de material escrito alcanzado por el hongo y la
polilla, añádese la más grave, por inadmisible y vergonzosa: que la
extinción redujo a nada a no pocos libros considerados de la pro-
piedad del maestro y escritor, los cuales habían sido dejados en
recaudo en una sala que lleva su nombre, a pesar de que existen
una fundación homónima y una casa donde se guarda y cela su
memoria.
Distintos argumentos moviéronse para sustentar el hasta
ahora supuesto crimen a las lecturas del gran caroreño: la igno-
rancia, la incuria, la displicencia y hasta una supuesta orden ofi-
cial que ordenaría privilegiar los títulos ideológicos y desampa-
rar los que suspiran y sueñan, por el que don Chío —dicho sea de
paso— sentía la misma estima que por los que abrazan los temas
sociales y políticos.
Funcionarios públicos del libro, representantes legales y tes-
tigos se han dado a reunir las pruebas veraces y suficientes que
arrojen luz sobre este bochorno que pesa y castiga como baldón
a los larenses y sobremanera a los caroreños. Y fue este el motivo

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