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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              conservar sino el mando del ejército. Pero, cauto siempre, exigió que se
              reformara la constitución de suerte que el presidente de la república no
              estorbase al jefe del ejército, ni aún formalmente.
                 Mas no es esto lo verdaderamente nuevo ni importante en la situa-
              ción actual, sino la presencia en la escena del Partido Revolucionario
              Venezolano.  Los  exilados  del  proletariado  y  de  la  inteligencia,  han
              creado en el extranjero, a través de un largo proceso de concentración,
              este organismo de lucha política que dirige y coordina las reivindica-
              ciones de las masas. Contra el régimen de Gómez, no está ya en armas un
              caudillo de aleatorio éxito, sino un partido, organizado en el extranjero,
              con buen aprendizaje de los métodos de lucha antifascistas. El Secretario
              General  del  Partido  Revolucionario,  licenciado  Gustavo  Machado,  ha
              sido uno de los jefes de la expedición que desembarcó en Coro, después
              de apoderarse atrevidamente de las armas existentes en Curazao. Y bien,
              Machado  tiene  una  importante  hoja  de  servicios  como  dirigente  del
              movimiento  antiimperialista  centroamericano  y  mexicano.  Ha  repre-
              sentado en México a Sandino, en el período más bizarro y resonante de la
              empresa del guerrillero nicaragüense.
                 El golpe de mano de Curazao revela el arrojo de los revolucionarios
              al mismo tiempo que la cuidadosa preparación de su plan. La principal
              dificultad para una insurrección de masas en Venezuela es la falta de
              armas. Los revolucionarios no pueden procurárselas sino asaltando los
              depósitos de las guarniciones militares. Tienen además que combinar la
              toma de las armas con la irrupción de los grupos que aguardan desar-
              mados cerca de las fronteras la hora de entrar en combate. El 10 de junio
              último, el grupo que en Curazao obedecía al General Urbina y al licen-
              ciado Machado, aprehendieron a las autoridades de la isla y se adue-
              ñaron de las armas guardadas en su fortaleza. En seguida, capturaron el
              vapor mercante “Maracaibo” de la línea “D. Roja” y en él se trasladaron a
              la Costa de Coro, con todas las armas y provisiones de que habían podido
              abastecerse. Desembarcados en Coro, dominaron fácilmente a la guarni-
              ción, tomando a su jefe el General Laclé, que fue luego ejecutado.
                 Cuando se realizó el golpe de Curazao tres levantamientos se habían
              producido casi simultáneamente en Venezuela: uno en el Centro, enca-
              bezado por el General Borges; otro en el Oriente, dirigido por el General


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