Page 241 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
burgués: reducción del horario de trabajo, aumento de los salarios,
pensiones de invalidez, de vejez, de desocupación y de enfermedad. El
mundo vivía entonces una era de desenvolvimiento de la economía capi-
talista. Se hablaba de la Revolución como de una perspectiva mesiánica y
distante. La política de los partidos socialistas y de los sindicatos obreros
no era, por esto, revolucionaria sino reformista. El proletariado quería
obtener de la burguesía todas las concesiones que ésta se sentía más o
menos dispuesta a acordarle. Congruentemente, la acción de los traba-
jadores era principalmente sindical y económica. Su acción política se
confundía con la de los radicales burgueses. Carecía de una fisonomía y
un color nítidamente clasistas. El proletariado inglés está colocado prác-
ticamente sobre el mismo terreno que los otros proletariados europeos.
Los otros proletariados usaban una literatura más revolucionaria. Tribu-
taban frecuentes homenajes a su programa máximo. Pero, al igual que
el proletariado inglés, se limitaban a la actuación solícita del programa
mínimo. Entre el proletariado inglés y los otros proletariados europeos
no había, pues sino una diferencia formal, externa, literaria. Una dife-
rencia de temperamento, de clima y de estilo.
La guerra abrió una situación revolucionaria. Y desde entonces, una
nueva corriente ha pugnado por prevalecer en el proletariado mundial.
Y desde entonces, coherentemente con esa nueva corriente, los labo-
ristas ingleses han sentido la necesidad de afirmar su filiación socialista
y su meta revolucionaría. Su acción ha dejado de ser exclusivamente
económica y ha pasado a ser prevalentemente política. El proletariado
británico ha ampliado sus reivindicaciones. Ya no le ha interesado sólo la
adquisición de tal o cual ventaja económica. Le ha preocupado la asun-
ción total del poder y la ejecución de una política netamente proletaria.
Los espectadores superficiales y empíricos de la política y de la historia
se han sorprendido de la mudanza. ¡Cómo! —han exclamado— ¡estos
mesurados, estos cautos, estos discretos laboristas ingleses resultan hoy
socialistas! ¡Aspiran también, revolucionariamente, a la abolición de
la propiedad privada del suelo, de los ferrocarriles y de las máquinas!
Cierto, los laboristas ingleses son también socialistas. Antes no lo pare-
cían; pero lo eran. No lo parecían porque se contentaban con la jornada
de ocho horas, el alza de los salarios, la protección de las cooperativas, la
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