Page 212 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               del burocratismo. La historia nos ofrece más de un caso de este género.
               Citemos el ejemplo más reciente e impresionante: el de los jefes de los
               partidos de la Segunda Internacional. Kautsky, Bernstein, Guesde, eran
               discípulos directos de Marx y de Engels. Sin embargo, en la atmósfera
               del parlamentarismo y bajo la influencia del desenvolvimiento automá-
               tico del organismo del partido y de los sindicatos, estos leaders, total o
               parcialmente, cayeron en el oportunismo. En la víspera de la guerra, el
               formidable mecanismo de la social-democracia, amparado por la auto-
               ridad de la antigua generación, se había vuelto el freno más potente
               del  avance  revolucionario. Y  nosotros,  los  ‘viejos’  debemos  decirnos
               que nuestra generación, que juega naturalmente el rol dirigente en el
               partido, no estaría absolutamente premunida contra el debilitamiento
               del espíritu revolucionario y proletario en su seno, si el partido tolerase
               el desarrollo de métodos burocráticos”.
                  El estado mayor del bolchevismo no desconocía la necesidad de la
               democratización del partido; pero rechazó las razones en que Trotsky
               apoyaba su tesis. Y protestó vivamente contra el lenguaje de Trotsky.
               La  polémica  se  tornó  acre.  Zinoviev  confrontó  los  antecedentes  de
               los hombres de la vieja guardia con los antecedentes de Trotsky. Los
               hombres de la vieja guardia —Zinoviev, Kamenev, Stalin, Rykov, etc.—
               eran los que, al flanco de Lenin, habían preparado, a través de un trabajo
               tenaz y coherente de muchos años, la revolución comunista. Trotsky, en
               cambio, había sido menchevique.
                  Alrededor de Trotsky se agruparon varios comunistas destacados:
               Piatakov, Preobrajensky, Sapronov, etc. Karl Radek se declaró propug-
               nador de una conciliación entre los puntos de vista del comité central
               y los puntos de vista de Trotsky. La Pravda dedicó muchas columnas a
               la polémica. Entre los estudiantes de Moscú las tesis de Trotsky encon-
               traron un entusiasta proselitismo.
                  Mas el XIII congreso del partido comunista, reunido a principios
               del año pasado, dio la razón a la vieja guardia que se declaró, en sus
               conclusiones, favorable a la fórmula de la democratización, anulando
               consiguientemente la bandera de Trotsky. Sólo tres delegados votaron
               en contra de las conclusiones del comité central. Luego, el congreso de
               la Tercera Internacional ratificó este voto. Radek perdió su cargo en el


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