Page 211 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
política económica y la necesidad de un régimen de “democracia obrera”
en el partido. Sostenía Trotsky que la revolución rusa entraba en una
nueva etapa. La política económica debía dirigir sus esfuerzos hacia una
mejor organización de la producción industrial que restableciese el equi-
librio entre los precios agrícolas y los precios industriales. Y debía hacerse
efectiva en la vida del partido una verdadera “democracia obrera”.
Esta cuestión de la “democracia obrera” que dominaba el conjunto
de las opiniones, necesita ser esclarecida y precisada. La defensa de la
revolución forzó al partido bolchevique a aceptar una disciplina militar.
El partido era gobernado por una jerarquía de funcionarios escogidos
entre los elementos más probados y más adoctrinados. Lenin y su estado
mayor fueron investidos por las masas de plenos poderes. No era posible
defender de otro modo la obra de la revolución contra los asaltos y las
acechanzas de sus adversarios. La admisión en el partido tuvo que ser
severamente controlada para impedir que se filtrase en sus rangos gente
arribista y equívoca. La “vieja guardia” bolchevique, como se denominaba
a los bolcheviques de la primera hora, dirigía todas las funciones y todas
las actividades del partido. Los comunistas convenían unánimemente
en que la situación no permitía otra cosa. Pero, llegada la revolución a
su sétimo aniversario, empezó a bosquejarse en el partido bolche-
vique un movimiento a favor de un régimen de “democracia obrera”.
Los elementos nuevos reclamaban que se les reconociese el derecho a
una participación activa en la elección de los rumbos y los métodos del
bolchevismo. Siete años de experimento revolucionario habían prepa-
rado una nueva generación. Y en algunos núcleos de la juventud comu-
nista no tardó en fermentar la impaciencia.
Trotsky, apoyando las reivindicaciones de los jóvenes, dijo que la
vieja guardia constituía casi una burocracia. Criticaba su tendencia a
considerar la cuestión de la educación ideológica y revolucionaria de la
juventud desde un punto de vista pedagógico más que desde un punto
de vista político. “La inmensa autoridad del grupo de veteranos del
partido —decía— es universalmente reconocida. Pero sólo por una cola-
boración constante con la nueva generación, en el cuadro de la demo-
cracia, conservará la vieja guardia su carácter de factor revolucionario.
Si no, puede convertirse insensiblemente en la expresión más acabada
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