Page 204 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               acababa de darle concreción histórica. Cumplida su función de trazar las
               orientaciones de una acción internacional de los trabajadores, la Primera
               Internacional se sumergió en la confusa nebulosa de la cual había emer-
               gido.  Pero  la  voluntad  de  articular  internacionalmente  el  movimiento
               socialista  quedó  formulada.  Algunos  años  después,  la  Internacional
               reapareció vigorosamente. El crecimiento de los partidos y sindicatos
               socialistas  requería  una  coordinación  y  una  articulación  internacio-
               nales. La función de la Segunda Internacional fue casi únicamente una
               función organizadora. Los partidos socialistas de esa época efectuaban
               una labor de reclutamiento. Sentían que la fecha de la revolución social se
               hallaba lejana. Se propusieron, por consiguiente, la conquista de algunas
               reformas interinas. El movimiento obrero adquirió así un ánima y una
               mentalidad reformistas. El pensamiento de la social-democracia lassa-
               lliana dirigió a la Segunda Internacional. A conse cuencia de este orien-
               tamiento, el socialismo resultó insertado en la democracia. Y la Segunda
               Internacional,  por  esto,  no  pudo  nada  contra  la  guerra.  Sus  líderes  y
               secciones se habían habituado a una actitud reformista y democrática.
               Y  la  resistencia  a  la  guerra  reclamaba  una  actitud  revolucionaria.  El
               pacifismo de la Segunda Internacional era un pacifismo extático, plató-
               nico, abstracto. La Segunda Internacional no se encontraba espiritual ni
               materialmente preparada para una acción revolucionaria. Las minorías
               socialistas y sindicalistas trabajaron en vano por empujarla en esa direc-
               ción. La guerra fracturó y disolvió la Segunda Internacional. Únicamente
               algunas minorías continuaron representando su tradición y su ideario.
               Estas minorías se reunieron en los congresos de Khiental y Zimmerwald,
               donde se bosquejaron las bases de una nueva organización internacional.
               La revolución rusa impulsó este movimiento. En marzo de 1919 quedó
               fundada la Tercera Internacional. Bajo sus banderas se han agrupado los
               elementos revolucio narios del socialismo y del sindicalismo.
                  La Segunda Internacional ha reaparecido con la misma mentalidad,
               los  mismos  hombres  y  el  mismo  pacifismo  platónico  de  los  tiempos
               prebélicos. En su estado mayor se concentran los líderes clásicos del
               socialismo: Vandervelde,  Kautsky,  Bernstein, Turati,  etc.  Malgrado  la
               guerra, estos hombres no han perdido su antigua fe en el método refor-
               mista. Nacidos de la democracia, no pueden renegarla. No perciben los


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