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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              efectos históricos de la guerra. Obran como si la guerra no hubiese roto
              nada, no hubiese fracturado nada, no hubiese interrumpido nada. No
              admiten ni comprenden la existencia de una realidad nueva. Los adhe-
              rentes a la Segunda Internacional son, en su mayoría, viejos socialistas.
              La Tercera Internacional, en cambio, recluta el grueso de sus adeptos
              entre la juventud. Este dato indica, mejor que ningún otro, la diferencia
              histórica de ambas agrupaciones.
                 Las  raíces  de  la  decadencia  de  la  Segunda  Internacional  se
              confunden con las raíces de la decadencia de la democracia. La Segunda
              Internacional  está  totalmente  saturada  de  preocupaciones  democrá-
              ticas. Corresponde a una época de apogeo del parlamento y del sufragio
              universal. El método revolucionario le es absolutamente extraño. Los
              nuevos tiempos se ven obligados, por tanto, a tratarla irrespetuosa y
              rudamente. La juventud revolucionaria suele olvidar, hasta las beneme-
              rencias de la Segunda Internacional como organizadora del movimiento
              socialista. Pero a la juventud no se le puede, razonablemente, exigir que
              sea justiciera. Ortega y Gasset, dice que la juventud “pocas veces tiene
              razón en lo que niega, pero siempre tiene razón en lo que afirma”. A esto
              se podría agregar que la fuerza impulsora de la historia son las afirma-
              ciones y no las negaciones. La juventud revolucionaria no niega, además,
              a la Segunda Internacional sus derechos en el presente. Si la Segunda
              Internacional no se obstinara en sobrevivir, la juventud revolucionaria
              se  complacería  en  venerar  su  memoria.  Constataría,  honradamente,
              que la Segunda Internacional fue una máquina de organización y que la
              Tercera Internacional es una máquina de combate.
                 Este conflicto entre dos mentalidades, entre dos épocas y entre dos
              métodos del socialismo, tiene en Zinoviev una de sus dramatis perso-
              nae. 155  Más que con la burguesía, Zinoviev polemiza con los socialistas
              reformistas. Es el crítico más acre y más tundente de la Segunda Inter-
              nacional. Su crítica define nítidamente la diferencia históri ca de las dos
              internacionales. La guerra, según Zinoviev, ha anticipado, ha precipi-
              tado  mejor  di  cho,  la  era  socialista.  Existen  las  premisas  econó  micas
              de la revolución proletaria. Pero falta el orientamiento espiritual de la

              155   Protagonista.


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